Los árboles que mejor enfrían las ciudades: claves para plantar contra el calor urbano
El arbolado urbano no es solo un adorno: es infraestructura climática. Algunas especies refrescan más que otras gracias a su sombra y evapotranspiración. Investigadores en Valencia identificaron cuáles funcionan mejor para reducir la temperatura en entornos urbanos y cómo su correcta distribución puede transformar barrios sofocantes en lugares habitables.
El fenómeno de la isla de calor urbana convierte en hornos muchas ciudades españolas durante el verano. El asfalto, el tráfico y la falta de vegetación disparan las temperaturas nocturnas, con consecuencias directas en la salud. La buena noticia es que los árboles pueden ser aliados naturales contra este problema. Pero no basta con plantar más: hay que elegir bien qué especies y dónde ubicarlas para lograr un verdadero alivio climático.
El asfalto y el cemento absorben calor durante el día y lo liberan por la noche, manteniendo elevadas las temperaturas. Este fenómeno, combinado con edificios altos y calles estrechas –el “efecto cañón urbano”–, eleva la diferencia térmica con las zonas rurales hasta 8 ºC. La falta de vegetación amplifica el problema y multiplica las noches tropicales, aquellas en las que la temperatura no baja de 20 ºC.
El poder refrescante de los árboles
Los árboles reducen el calor no solo con sombra, sino también mediante la evapotranspiración: un proceso que transfiere humedad del suelo y de las hojas al aire, bajando la temperatura ambiental. Sin embargo, la capacidad de enfriar depende de la especie, su densidad de copa, el tamaño de sus hojas y su adaptación al clima local.
Especies más eficaces en el Mediterráneo
Un estudio en Valencia destacó tres especies clave:
•Cinamomo (Melia azedarach): rápido crecimiento, hojas grandes y densas.
•Azahar de la China (Pittosporum tobira): resistente a la sequía, copa compacta para calles estrechas.
•Olmo común (Ulmus minor): amplia copa y creación de microclimas, aunque vulnerable a la grafiosis.
Estas especies se adaptan al clima mediterráneo y muestran gran capacidad de sombreado. Sin embargo, solo el olmo es autóctono, lo que recuerda la necesidad de priorizar especies locales para evitar riesgos ecológicos.
Más árboles, mejor distribuidos
El problema no es solo la cantidad, sino la ubicación. Los árboles suelen concentrarse en parques o avenidas, mientras que barrios vulnerables carecen de suficiente arbolado. Planificar implica seleccionar especies adaptadas, colocarlas en zonas críticas y vincular el arbolado a una red de infraestructura verde que conecte calles, plazas y parques.
Plantar es planificar contra el calor
El arbolado urbano aporta beneficios múltiples: reduce la temperatura, mejora la calidad del aire, aumenta la biodiversidad y disminuye el consumo energético al limitar el uso de climatización. Plantar árboles adecuados en los lugares correctos puede marcar la diferencia entre una ciudad sofocante y una ciudad resiliente, más habitable frente al cambio climático.

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